La alquimia detrás de convertirse en madre

Por Danié Gómez-Ortigoza

septiembre 29, 2018

Una amiga que había querido un bebé durante mucho tiempo, descubrió que estaba embarazada. Estaba muy emocionada por el viaje que tenía por delante y le escribí una carta para explicar lo que había aprendido en los últimos 7 años como madre.

Hoy, al celebrar el cumpleaños de mi primogénito, mis palabras resonaron conmigo y quería compartir un par de párrafos de esta carta aquí, como una ventana a esa parte de mi viaje, que no comparto con tanta frecuencia porque el las palabras adecuadas son a menudo difíciles de encontrar.
A quien le interese, esto es lo que tengo que decir:

La maternidad es el acto más valiente y, sin embargo, el más gratificante. No es innato, se aprende. Nadie nace madre, tú te conviertes en madre. Es un acto de alquimia.

Habrá mucha confusión, que eventualmente se transformará en crecimiento.

Habrá días en los que necesitarás un espejo para recordar que todavía estás ahí, esos días se transformarán en confianza.

Habrá expectativas incumplidas sobre cómo cree que los demás deben comportarse, se convertirán en empatía y amabilidad.

Cometerás muchos errores, que se transformarán en perdón hacia tu propio pasado, y hacia los amigos y familiares involucrados en él.
Habrá momentos de película, en los que te dolerá la garganta al contener las lágrimas de alegría, que se convertirán en la fuerza que te mantendrá en la rutina y en lo mundano.

Un niño se convierte en su legado y será su mayor espejo. El bueno y el malo; el pasado y el futuro.

Y cuando acaba la noche, y duele el constante desamor que traen las relaciones, te das cuenta de que ese es el único amor puro, el que trasciende todo ...

Y el viaje continúa.

Únase al boletín y siga el viaje.