Es fácil pensar y racionalizar las cosas que están sucediendo; hay una estructura universal construida a su alrededor. Se nos enseña cómo hacerlo en casa y en la escuela. Lo leemos en todas partes.
Pero cuando se trata de sentimientos, no es universal.
Estamos solos. No se puede explicar. No se puede enseñar. De los sentimientos surge la intuición como el acto de captar esas ideas y conocimientos sobre quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.
Hace más de dos años, Tara Benmeleh (también conocida como Mama T) y yo comenzamos a tener intercambios constantes sobre el significado del trenzado y la importancia de los rituales en una época de transformación social. Es curandera, joyera espiritual y se dedica a servir el té ceremonialmente.
Durante este tiempo, participé en una actuación increíble de Nina Surel utilizando arcilla como medio de conexión, que me hizo anhelar dar vida a mi Manifiesto de trenzado.
Nuestro objetivo fue armar un grupo de mujeres para representar el hilo invisible que nos trenza, haciéndolo visible. Establecimos fechas que no funcionaron, hasta que una fecha final, fijada con dos meses de anticipación, aparentemente sin pensarlo mucho, se convirtió en una premonición. Fue el último día en el que pensamos que COVID no era lo suficientemente real como para preocuparnos.
La escuela todavía estaba en marcha y la vida parecía normal. Entonces, todo cambió (continuará)
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