Es mi universo, donde el color tiene sentido, donde me refugio de lo que está sucediendo afuera y donde las posibilidades son infinitas.
Una vez que comencé a pintar, no pude dejar el pincel. Todos los días vuelvo al cubo y le doy un toque de color a los objetos más inesperados.
Me dijeron que nunca pintara; nunca ensuciarse; siempre pida a alguien que haga esas cosas por usted.
Y sin embargo estar lleno de manchas en mi cabello, mi piel y mis uñas, se ha convertido en mi orgullo; son prueba de mi trabajo.
Yo tengo el control.
Me inspira el mundo interior de las personas: su percepción del mundo y cómo encuentran la manera de traducirlo al mundo material, fuera de su mente. Los artistas, íconos y algunas marcas son capaces de construir sus universos tan bien que cuando cruzas la puerta de sus estudios, compartes una mirada o entras en una tienda, puedes ser transportado a su mundo.
Y todos necesitamos habitar mundos diferentes para comprender el nuestro.
Todos estamos hambrientos de lo sagrado.
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