Esa es generalmente la forma en que funciona cuando eres un expatriado. Ya me había mudado a Nueva York, Toronto, Estocolmo… en mi mente Miami era otra ciudad en mi lista.
Sin embargo, no podría estar más equivocado. Esta ciudad es un crisol de ambición y poder latinoamericanos mezclados con una fantástica comunidad estadounidense. Esta mezcla ha resultado en una ciudad cultural en auge de la que no quiero dejar nunca.
El Museo de Ciencias Philip Frost acaba de abrir. Es una joya arquitectónica tan asombrosa. Cuando llegué a la ciudad, era básicamente un todo en el suelo justo al lado del Museo de Arte de Pérez. Trescientos cinco millones de dólares después, es el Museo de Ciencias más espectacular que he visitado. Mientras paseaba por sus pasillos la semana pasada, me di cuenta de cuánto había sucedido en esta ciudad en los últimos tres años. La vista desde la azotea reveló muchos de esos cambios.
Más allá de su arquitectura de vanguardia, este museo también es un recordatorio del poder de la naturaleza. El cambio climático es real, aunque algunas personas todavía piensan que es solo un mito. Educar a las personas sobre la biodiversidad y los ecosistemas que se están destruyendo es uno de los principales objetivos de esta institución. El aumento del nivel del mar es una de las mayores amenazas en Florida y no se puede ignorar.
Se supone que ciudades como Miami no deben verse, están destinadas a ser vividas. No podría estar más feliz de tener el privilegio de experimentar la evolución de este lugar.
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