So you smile and convince yourself that person is lovable, and you were wrong, and the thought of you being wrong because others know best extrapolates, and before you know it, you are looking for answers outside because you forgot how to listen to yourself.
We suppress our instincts to be accepted. And of course certain instincts need to be molded, and politeness is necessary, but never to the extent where we stop paying attention to the truth that lies within us: that voice inside called intuition, matters.
Your mind. So many thoughts. And yet have you ever questioned how many of them are actually not yours?
They are voices.
And the more you listen to them, the louder they get. Because we are not alone: we have a connection with something greater than ourselves that is ready to listen, and yet we forget.
Muses: creatives always need their muses. But what are they, but people whose simple presence connects them with these voices, and fill them with curiosity.
And it matters.
Because in times like this, we all need a spiritual anchor. This connection is more necessary than ever. Only there can we find the tools to surrender and recoup the dialogue within ourselves. In that dialogue there’s certainty, and in certainty you find surrender.
We all need to surrender: world problems are not going away, nor is the never-ending learning process we are here for, or our to-do lists, and the belief we don’t have time for anything.
What we’ve lost by disconnecting from our intuition is the understanding that everything will be ok. Surrender to what the world brought you here for. And say it out loud. Ask for specific signs.
I’m sure you weren’t expecting this, but pray: pray out loud to whoever you prayed when you were little, before you understood how flawed and human religions are.
I hadn’t prayed in so long, but someone told me I should. And I cried the first time I did, because it reconnected me to all the unanswered prayers I prayed when I was little. But suddenly, it seemed as if someone was listening. And then I took time everyday to breathe. And my intuition sharpened. And so I kept breathing, and the path became clearer. Don’t think that God is as simple as we are. She’s in places you would never expect her to be. God is better than religion.
Ask for a sign and listen. Connect to a higher power, however you want to call it.
Because we all need to surrender.
So many books. So many talks. So many videos. We were actually born with this knowledge. Past generations knew it worked. We created characters and stories to make sure we would not forget, but we were too human. Technology disconnected us from the truth that we represent.
In the end, everything has been said about intuition.
And yet it takes a lifetime for us to listen.
No se ha dicho lo suficiente acerca de la intuición: se nos enseña a no prestarle atención cuando somos pequeños y nuestros papás nos dicen que debemos sonreír, o incluso querer a alguien, incluso cuando algo dentro de nosotros dice que no debemos: “Necesitas ser educado. Ella te quiere “, dicen sin cuidado, y por supuesto, que qué más pueden decir y qué más puedes hacer.
Así que sonríes y te convences de que la persona te quiere, y tú te equivocaste. Y la idea de que te equivocas te hace pensar que los demás saben más que tu, y antes de que te des cuenta, estás buscando respuestas fuera porque olvidaste cómo escucharte a ti mismo.
Suprimimos nuestros instintos para ser aceptados. Y, por supuesto, ciertos instintos deben ser moldeados, y la cortesía es necesaria, pero nunca en la medida en que dejemos de prestar atención a la verdad que se encuentra dentro de nosotros: esa voz interior llamada intuición, importa.
Tu mente. Tantos pensamientos. Y, sin embargo, ¿alguna vez has cuestionado cuántos de ellos no son realmente tuyos?
Son voces.
Y cuanto más los escuchas, más fuerte se hacen. Porque no estamos solos: tenemos una conexión con algo más grande que nosotros mismos que está listo para escuchar y que, sin embargo, olvidamos.
Musas: los creativos siempre necesitan sus musas. Pero qué son, pero las personas cuya simple presencia las conecta con estas voces y las llenan de curiosidad.
Y eso importa.
Porque en tiempos como este, todos necesitamos un ancla espiritual. Esta conexión es más necesaria que nunca. Solo allí podemos encontrar las herramientas para rendirnos y recuperar el diálogo dentro de nosotros mismos. En ese diálogo hay certeza, y en la certeza encuentras rendición.
Todos debemos rendirnos: los problemas del mundo no desaparecen, el proceso de aprendizaje interminable por el que estamos aquí menos, y nuestras listas de tareas pendientes ahi seguirán. También continuará la creencia de que no tenemos tiempo para nada.
Lo que hemos perdido al desconectarnos de nuestra intuición es la comprensión de que todo estará bien. Ríndete a la razón por la que estás aquí. Y dilo en voz alta. Pregunta por señales específicas.
Estoy segura de que no esperabas esto, pero reza: hazlo en voz alta a quienquiera que rezabas cuando eras pequeña, antes de que entendieras lo defectuosas que son las religiones humanas.
No había rezado en tanto tiempo, pero alguien me dijo que debía hacerlo. Y lloré la primera vez que lo hice, porque me reconectó a todas las oraciones sin respuesta que recé cuando era pequeña. Pero de repente, parecía como si alguien estuviera escuchando. Y luego me tomé tiempo todos los días para respirar. Y mi intuición se agudizó. Y así seguí respirando, y el camino se hizo más claro.
Pide una señal y escucha. Conéctate a una potencia superior, como quieras llamarlo.
Porque todos tenemos que rendirnos.
Tantos libros. Tantas conversaciones. Tantos videos. En realidad nacimos con este conocimiento. Las generaciones pasadas sabían que funcionaba. Creamos personajes e historias para asegurarnos de que no lo olvidaríamos, pero somos demasiado humanos. La tecnología nos desconectó de la verdad que representamos. No pienses que Dios es tan simple como nosotros. Ella está en lugares donde nunca esperarías que estuviera. Dios es bastante más valiosa que la religión.
La verdad es que todo se ha dicho sobre la intuición. Y sin embargo, nos lleva toda una vida escuchar.
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